Aún persiste el halo de misterio sobre la procedencia del cargamento de 9.5 toneladas de cocaína confiscados en el Puerto Multimodal Caucedo el viernes pasado.
Mientras las autoridades dominicanas señalaron el sábado que el contenedor cargado de banano, donde vino camuflada la droga, llegó al país procedente de Guatemala, en menos de 24 horas el Gobierno guatemalteco declaró en un comunicado que el contenedor no contenía sustancias ilícitas al salir del país centroamericano, de acuerdo a un análisis del mismo.
«El contenedor fue revisado a través de tecnología de scanner, por lo que no presentaban ilícitos, y por tanto fue catalogado como no sospechoso», señaló el Ministerio de Gobernación (Interior) guatemalteco.
De acuerdo a la misma fuente, la embarcación habría partido de Veracruz, México, y posteriormente arribó a Puerto Barrios, en la costa guatemalteca al océano Atlántico, donde la nave «incorporó carga local».
Aseguró que la embarcación enfiló a Puerto Cortés en Honduras, y a Puerto Caucedo en República Dominicana.
Sin embargo, este martes la Dirección General de Aduanas de Honduras también se desligó del cargamento en cuestión y aseguró que los contenedores «no tocaron suelo, ni puertos hondureños».
«Según informes, registro y trazabilidad de la carga de la Unidad de Control de Contenedores (UCC) de Aduanas de Honduras, certificada por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, los contenedores donde fue encontrada la supuesta droga en un puerto de República Dominicana, no tocaron suelo, ni puertos hondureños, por lo que no se registran movimientos de que estos hayan pasado o permanecido en una terminal de Puerto Cortés», manifiesta un escueto comunicado.
Estas declaraciones han generado incertidumbre sobre el punto exacto donde la droga fue introducida en el contenedor.
Mientras tanto, en República Dominicana siguen las investigaciones en torno al caso, pero se da por descontado que entre las personas que intentaban transferir el alijo a otro contenedor no está el dueños de la droga.
El decomiso generó la detención de diez personas.
El Ministerio Público y la DNCD investigan al menos 10 personas vinculadas al puerto, mientras profundizan las indagatorias en relación al frustrado envío del cargamento a Europa.
La droga se quemó ayer
La procuradora general de la República, Miriam Germán Brito, encabezó ayer la histórica quema de 9.8 toneladas de cocaína, en las instalaciones de la sede de la Primera Brigada de Infantería del Ejército de la República Dominicana, ubicada en el kilómetro 25 de la autopista Duarte, del municipio Pedro Brand, de esta provincia, al tiempo que reiteró que esta cantidad es un récord que nunca antes se había alcanzado en el país.
El cargamento de cocaína tuvo un peso definitivo de 9,889 kilos, el más grande en la historia del país y uno de los mayores en el mundo, con un valor estimado en el mercado norteamericano en 250 millones de dólares, pero que se dispara a unos 400 millones de dólares en Europa, destino final que tenía el alijo antes de ser interceptado.
La droga va ganando valor en la medida que se aleja de los campos de producción de coca, donde un kilo producido tiene un valor estimado en 900 dólares cada uno, pero sube a unos cinco mil dólares cuando llega a la costa suramericana.
En uno de los puntos usados como puentes para los grandes mercados, como es el caso de República Dominicana, el valor aumenta hasta los 10 mil dólares el kilo, llegando a 25 mil dólares cuando ya está en territorio de Estados Unidos.
En Europa el valor se dispara, dependiendo de qué tan distante esté del punto de llegada al viejo continente. Por ejemplo, ya en Bélgica, destino del gigantesco cargamento decomisado en Santo Domingo, se estima que un kilo de cocaína puede valer entre 40 mil y 45 mil dólares el kilo, precio que variará dependiendo de la disponibilidad.
Marcas de los carteles
Los carteles de cocaína suelen ponerle una marca a los ladrillos de la droga que mueven para poder identificarla, especialmente cuando se trata de cargamentos compartidos por varios traficantes.
En esta oportunidad los 9,587 paquetes tenían 22 marcas diferentes, lo que hace suponer que se trata de un cargamento compartido por varios grupos de narcotraficantes.